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Algo de fondo


domingo, 26 de diciembre de 2010
Vitoria como referente- PRADIP J. PHANSE
España se ha sumado a los países que en los últimos años se han interesado por calibrar el bienestar de los ciudadanos más allá del crecimiento económico puro y duro. La idea de que el producto interior bruto (PIB) ya no es un indicador suficiente para medir el progreso de las economías desarrolladas -no mide la sostenibilidad medioambiental o la inclusión social, por ejemplo- empezó a preocupar en 2004 en el seno de la OCDE.
El Observatorio de la Sostenibilidad, el Club de Roma y el Instituto Nacional de Estadística (INE) están poniendo en marcha tres grupos de trabajo para desarrollar unas variables que sirvan para medir la calidad de vida. Uno de ellos trabajará en el diseño de mejores medidas de rendimiento económico, es decir, en la mejora del PIB como indicador, ya que este "no mide cuestiones como el trabajo doméstico o el voluntariado, por ejemplo", apunta Jiménez. El segundo se dedicará a seleccionar los indicadores que mejor miden la temperatura del bienestar (salud, educación, relaciones familiares, seguridad o riqueza, entre otros) y el tercero estudiará la sostenibilidad, ya que la contabilidad nacional no recoge hoy en día ni el desgaste de los recursos naturales (que tiene un coste económico) ni los bienes y servicios que el propio ecosistema es capaz de generar.
Pero el ejemplo de Bután, el pequeño país asiático célebre por calcular su felicidad interior bruta (FIB), queda muy lejos. Desde el Observatorio, Luis Jiménez es realista: "Es difícil alcanzar un consenso internacional para elaborar un indicador sintético que sustituya al PIB. Pesan las diferencias culturales, por ejemplo. La inercia será seguir con el PIB, pero sí podemos hacerlo más completo".
La iniciativa española sigue la recomendación de la OCDE, que en 2004 puso en marcha el proyecto global sobre Medición del Progreso de las Sociedades. 

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